Mi práctica artística se centra en nuestra relación con el mundo físico. Me interesa por la diferencia que existe entre un paisaje imaginado y el hecho de vivir conscientemente en y con la naturaleza. A través de gestos a la vez sencillos y significativos, exploro nuestro propio concepto del tiempo, inspirándome en los ritmos naturales e interiores. Creo una estética del detalle que se relaciona con nuestra condición humana y va a contracorriente de la cadencia occidental. Es una oda a la actividad manual que nuestra sociedad contemporánea intenta hacer invisible a través del sistema capitalista.

Mis representaciones se sitúan al límite de la figuración y la abstracción, dificultando nuestro juicio basado en las apariencias. Para contrarrestar la visión decorativa que suele atribuirse a los paisajes, propongo objetos artísticos sensoriales que tratan de restablecer un vínculo sensible con la naturaleza. Por ejemplo, reutilizo los códigos de la decoración de interiores haciéndolos míos de forma íntima: motivos, bajos relieves de escayola, frisos, tiras de tapicería, murales, etc.

También intento retransmitir una frecuencia vibratoria para revelar el aura de una obra de arte compartiendo emociones sensibles o espirituales. La acumulación de detalles y los matices de color transmiten la evanescencia de estas emociones, esenciales para nuestra toma de decisiones. Con el deseo de que la sensibilidad actúe como conocimiento autónomo, entrelazo cuatro dimensiones -cuerpo, emoción, mente e intelecto- para diseñar objetos de arte cercanos a la naturaleza humana. A través de la investigación artística, busco el sentido para comprender no el porqué de las cosas, sino el cómo de las mismas.